Un bosque, un maldito y puñetero bosque era lo primero que encontrar al llegar a Forks después de tantos años iendo de aquí para allá, justo lo que primero que voy a pisar es el bosque. ¡Dios! ¿Pero qué puñetas había hecho yo? ¿no podía encontrar una suculenta cena, verdad? No. Me tenía que encontrar con un bosque en el que lo único que hay son animalejos y esas cosas... yo con eso me hago una macedonia, no otra cosa, porque eso no es comida ni es nada por favor.
Después de debatir conmigo misma sobre lo que era comida y lo que dejaba de serlo, me senté en la hierba de aquel lugar, que ni siquiera era hierba, eran plantas mal puestas unas encima de otras y todas rebolicadas sin sentido alguno que no hacia nada de bello. Y para colmo de males, todo lo oscuro que estaba, a parte que era de noche por supuesto, pero aquel lugar era oscuro y frío, bastante bueno para una vampiresa hambrienta la verdad, pero a mi me gustaba el sol, la luz, la claridad, ir por ahí y que la gente me viese tal y como era, y ahora por culpa de un maldito clan que allí había, no lo podía hacer.