Cuidado! Aburrimiento acechando!! [Ellena]

Siempre me ocupaba de estar bien alimentada cuando iba al pueblo de Forks, y aún más a la Plaza Mayor de este. Solo quería pasear, no estaba cansada, pero me gustaba relajarme paseando o sentándome en un banco después de ir de caza. No esperaba encontrar nadie allí en plena noche, la verdad, y si era a alguien esperaba que fuese uno de los vampiros de ojos dorados, pero esos solo se movían por su mansión y los bosques. Una humana estaba sentada en un banco de la plaza, cubierto por un árbol. Mis ojos no la veían, pero su olor llegaba a mi nariz y el ruido de su respiración y el repiqueteo de su corazón a mis oidos. Me acerqué poco a poco, a paso de una frágil humana, me puse las lentillas con rapidez, y me senté a su lado, con un libro en la mano. Vestía una camiseta negra de tirantes, cubierta por otra, de color mgris, con un estampado de colores en el centro, que descolocaba. Unos pantalones largos, arrapados y claros terminaban en unas zapatillas de nike, rosas y azules. Era un look un poco pijo, juvenil, y me quedaba de perras, efectivamente, como todo lo que me ponía.
- ¿Qué hace que una chiquilla esté por la noche en un sitio como este? -le pregunté. Era más joven que yo, se notaba de una hora lejos, yo tenía 25 años, ella tendría unos 18, más o menos, puede que algunos menos, eso no me importaba. Su sangre se olía dulce, no bebía ni se drogaba, al menos hacía un tiempo, empezó a pensar en alimentarse un poco más, el ardor de su garganta no estaba del todo saciado. Sopló el viento y las hojas del cerezo se balancearon con violencia, si fuera una película hubiera sonado una canción de terror, más o menos, de intriga, más bien dicho...

FDR;; Cena

Suspiré, no era un buen momento para lloriquear por mi madre. Bueno, en realidad no era mi madre, era una mujer que me había parido y nada más. Y que recién ahora se preocupaba por mi. Claro, ahora entendía que llorar por ella no valía la pena, no arreglaría nada.
Me crucé de piernas, el jean que tenía puesto me daba más frío aunque tenía una especie de tapado negro encima de la camiseta azul a rayas y del sueter fino.
Me sobresalté un poco cuando escuché una voz, una voz femenina que provenía de mi lado. Realmente no la había visto o escuchado acercarse. ¿Y si era...una de ellos? ¿Una vampiro? Mejor sería no adelantarse.
-La soledad de mi familia.-suspiré-Es una complicada historia.
Giré mi rostro para mirarlla, parecía una de ellos, excepto por sus ojos.

La mirada de la chica era desconfiada, como si la estuviera escrutando, fijándosa en cada detalle para llegar a una conclusión. ¿Y si esa humana sabía algo? Algo que no debía saber... algo por lo cual el precio era ser transformado o morir. De ello ya se encargarían los Vulturis, que no le caían especialmente bien, o la muchacha moriría para alimentar alguno de los "compañeros" de Ellena. En su mente la vampira se encogió de hombros, no era su guerra, pero le molestaba esa mirada, como diciéndole, sé quien eres. Se alegró de haberse puesto las lentillas de color azul claro, su color original antes de convertirse, estaba confundiendo a la muchacha.
- Las familias siempre son un problema .- dijo con voz experta. Ella nunca había querido realmente a la suya, un padre que la agredía, una madre que se dejaba manosear y fingía que no le importaba que su marido le engañase con otra, y una hermana pequeña que lo hacía todo mucho mejor que ello, por lo cual sus padres la comparaban. Se alegró de que la convirtieran en aquel entonces, y de hecho aún se alegraba. ¿Como algunos vampiros podían estar enojados por su condición immortal? Era lo mejor que se podía tener, solo un inconveniente, la maternidad era imposible ¿Y qué? ¿Quién quería molestos hijos chillones y frágiles? HIzo una mueca al pensar en eso, y se volvió a centrar en la chica. Al mirarla el ardor de la garganta aumentaba, pero tenía muchos años, sabía controlarse.

Asentí lentamente con mi cabeza. Lancé un suspiro, siempre se sentía que el mundo era complicado cuando eres un adolescente, como que todos se ponen de acuerdo para estar en contra tuyo. Y claro, no siempre es así.

-Primero es mi madre, y luego mi padre. Pero siempre mi madre tiene que meter pata y hacer lío-me quejé.

Aunque no me conociera, aunque me hacia levantar sospechas, necesitaba desahogarme con alguien, decir lo que realmente pensaba tan solo una vez. Casi siempre me guardaba mis pensamientos para mi misma, nunca era capaz de decir mis imaginaciones. Lo cual me hacía explotar de vez en cuando.

Alzó una ceja, un poco sorprendida de que la humana le contara el motivo de su tristeza con tanta facilidad. Pero eso no importaba, una de sus mejores técnicas era familiarizar con sus víctimas, hacerles creer que era su amiga, para que luego su final fuera más trájico. Sentir el miedo de sus ojos, era de lo mejor que la vampiresa Ellena había visto en su larga vida de 138 años. Pero no le diría su nombre, los adolescentes necesitan contarles cosas a sus amigos del instituto por muy superficiales y cabrones que sean, por lo cual podría tener un descuido y ser inculpada con su nombre real.
- Las madres y las hijas no siempre congenian, de hecho hay un tanto por ciento muy bajo de madres que se lleven realmente bien con sus hijas.- le comentó. No se llevaba bien con su "vieja", y para tocarle la moral, después de morir y volverse vampira, como solo le quedaron recuerdos de sus discusiones, buscó esos porcentajes, se los dejó debajo de la almohada y cuando los hubo leído y se hechó a llorar le despedazó el cuello. Tomarse su sangre le dió asco, pero la sed era insoportable en aquellos tiempos de neófita, y su creador siempre la animaba a vengarse. - Y los padres, en fin, son más comprensivos, o... mejor dicho, permisivos, porque son hombres y no nos comprenden, a nosotras las mujeres, y, por lo general no tienden a quedar que nos enfademos y montemos un espectáculo.- sonrió picaramente un poco, al mencionar aquello. Todas las chicas estaban de acuerdo con eso, TODAS. Se arregló el pelo con las manos y le quedó un poco más peinado que antes, con el viaje y el jugueteo de la noche había quedado un poco... diferente, por así decirlo. Pero a ojos humanos eso no se notaba, solo que a ella cualquier imperfección por su parte le ponía de los nervios.- Enfin, soy Annette, Anette Meyendroff, voy a una universidad de Seattle. ¿Y tu? - le preguntó. Se la veía más joven, era probable que fuera al instituto.