Llegando al Pueblo, Paradita en el Bosque [LIBRE]

Llevaba como dos meses viajando de un lado para otro, sin encontrar un sitio donde poder quedarme aunque fuera por una temporada. Estaba cansado de no tener una residencia fija, de tener que esconderme a los humanos y no poder llevar una vida normal como había vivido hasta ahora.
Además que la soledad no era buena compañera sobre todo para mí, que estaba acostumbrado de estar rodeado de gente, mis amigos y familia..., acordarme de ellos había que me diera como un calambre en la cabeza; tuve que abandonarlos sin explicación, como si la tierra me hubiera tragado.
Llegué hasta Forks, un pueblecito pequeño y con fama de tener la mayor cantidad de días nublados al cabo del año; pero antes hice una parada en el bosque para poder cazar algo. No me gustaba la caza de humanos aunque su sangre me atraía demasiado.
Me quedé parado en mitad de una pequeña esplanada cuando escuché un ruido detrás mío; agudicé mis sentidos y me concentré en descifrar quien o qué era lo que rondaba por aquella zona.

Estúpido bosque. Sí, eso es lo que se me cruzó por la cabeza cuándo, después de haber salido a pasear por el bosque, me había tropezado y me había dado un buen porrazo. Encima, el labio me sangraba, y no tenía nada con que tapar la hemorragia o algo por el estilo. Me encantaba el bosque, sí, y salir a pasear y todo eso, pero no soportaba el olor a sangre. Es más, en cuánto la olía o la veía, caía en redondo. Y encima ahora era mí sangre, cosa que lo dificultaba todo un poco más. No podía alejarme de mí misma. Así que me tapé la nariz mientras con el otro brazo presionaba un clínex contra mi labio, que no dejaba de sangrar, y avancé con torpeza por el sendero. Llevar las dos manos tapandome prácticamente la visibilidad acrecentaba el problema. Joder.
Hoy no es mi día. Por supuesto que no lo era. Hacía tres meses que no era mi día, maldita sea. Y mi humor empeoraba poco a poco, yo, que siempre tenía una sonrisa para cualquiera.... en fin. Las cosas ya no podrían ir peor... ¿o sí?

Escuché atentamente, el ruido provenía de alguien muy cercano a mi, las pisadas indicaban que pronto me encontraría con quien fuera.
Todo iba a ir normal, o al menos eso pensaba hasta que el olor captó toda mi atención y me puso nervioso.
Era un olor dulce y embriagador, el olor de un humano, aunque no era eso lo que me preocupaba, si no, el otro olor que llevaba consigo, un olor todavía mas agradable, más atrayente, más delicioso..., era olor a sangre.
Me quedé paralizado, no sabía que hacer y aquella persona se acercaba, la noté detrás mía y poco a poco me di la vuelta para mirarla directamente, salvando la distancia...

Avancé cómo pude, con lentitud debido a mi falta de visibilidad, hasta llegar a una especie de claro, no sabría decirlo bien. Tampoco es que viera demasiado, tal y cómo estaba, contorsionándome cómo en el circo. Aparté la mano de mi nariz e intenté respirar por la boca, apretando más el clínex contra mi labio. De repente, noté una presencia, y ladeé un poco la cabeza; a pocos metros de mí había un chico. Su expresión me asustó y su mirada, aún más. Di un paso hacia atrás, temblorosa, y carraspeé.
- Esto... ¿hola?- dije, con un hilo de voz apenas audible. Parpadeé un par de veces y seguí mirándolo con temor; si no me lo hubiera encontrado de esa forma, tal vez me hubiera fijado en que era guapo. Pero bueno, no era el momento.
Estaba tan concentrada mirando al chico que respiré por la nariz durante unos minutos, llegándome el olor a sangre. Maldecí por lo bajo y me tambaleé hasta apoyarme contra un árbol; una de dos, o vomitaba, o me desmayaba.

Contemplé a la recién llegada durante un momento. Vi en su rostro una mezcla de asombro y terror, pero mi mirada se centró en su labio, el cual sangraba e intentaba tapar con un clinex.
Me quedé en silencio cuando ella me saludó con su voz dulce; quitó su mano de la nariz y miré su rostro como poco a poco cerraba los ojos y se apoyaba en el tronco de un árbol, sujetándose.

No pude contenerme y fui hacia ella, intenté hacerlo a velocidad normal, pero fui un poco más rápido hasta que la cogí del brazo.

-¿Estás bien? ¿Necesitas sentarte?-la pregunté mientras el olor de la sangre penetraba en mi nariz, cerré los ojos con fuerza y miré hacia otro lado mordiéndome el labio inferior.

Contemplé al chico desde mi posición, vigilando sus movimientos, mientras el miraba fijamente mi labio. ¿Qué? ¿Nunca había visto sangre? Cerré los ojos con fuerza y respiré por la boca, apretando más fuerte el clínex. ¿Cuándo dejaría de sangrar? Suspiré hondo y de repente, vi cómo el chico se acercaba a mí con rapidez y me cogía del brazo. Ese gesto me cogió por sorpresa, así que de mis labios salió una especie de gritito, apenas audible.
Oí su pregunta y asentí con la cabeza, para luego sentarme encima de un tronco que había por ahí.
- E-estoy bien. Yo.. la sangre... no me gusta- dije, jadeando. Volví a cerrar los ojos y me quedé en silencio durante un rato, recobrando el aliento. Después, volví a levantar la mirada, sin dejar de hacer presión en el labio, y le miré fijamente.